La ética es la reflexión teórica de la moral, a su
vez, la moral es esa reflexión llevada a
la práctica, de tal forma, que ambas parece que establecen una relación
simbiótica que las mantiene unidas y en constante retroalimentación que les
permite la supervivencia; a no ser que se enfrenten a una época en la que los
valores sean relativizados de tal forma que se rechaza a la moral como si fuese
una enfermedad heredada de los que la practican.
La ética no puede ser aislada de la moral como se ha
pretendido de parte de aquellos que relacionan moral con grupos religiosos o
fundamentalistas, la moral también tiene que ver con la construcción de
sociedades y la fundamentación epistemológica de diferentes saberes y avances
científicos o tecnológicos.
La ética, es la que debe regir en el mundo laico
pero sin la exclusión de la reflexión sobre aquellos valores que se han
construido a través de diferentes generaciones que han luchado por sobrevivir
en sana convivencia. Si bien, algunos moralistas han lesionado el avance del
mundo, qué decir de la inquisición que en nombre de la defensa de ciertos
valores religiosos cometieron atrocidades, esto sólo mencionando uno de los
ejemplos históricos. El ser humano por su condición social necesita de la moral
para poder convivir.
¿Se avecina un periodo histórico en el que la
humanidad se convierte en amoral?
La época actual considerada posmoderna es una de las
que con mayor ahincó rechaza a la moral y la viene reemplazando por filosofías
que son más cómodas o “permisivas”, una de ellas es la filosofía utilitarista,
de la cual se puede afirmar que es una de las que mejor se acomoda a los
intereses de la posmodernidad, ya que se fundamenta en el rechazo hacia el
dolor y la búsqueda del placer, sustentándose en la herencia tomada del
hedonismo cirenaico y epicúreo, suprimir el dolor o aquello que puede semejarse
y se busca lo que rápidamente pueda generar placeres de diversas formas.
Es una forma de descartar las dificultades y
concentrarse en aquellas cosas que no generan sin sabores y proporcionan
placer, pero no todo se puede limitar a
la búsqueda de placeres y dejar por fuera aquellas cosas o sucesos que sirven
para fortalecer el carácter de las personas. También se corre el riesgo de
convertirse en una persona dominada por sus emociones y las emociones son en
gran medida fluctuantes. Las emociones no pueden dominar a una persona de tal
forma que guíen todas sus acciones.
¿A quién no le gustaría vivir siempre recibiendo
placer y evitando el dolor? Pero, ¿es esto real o es otro espejismo que ofrece
la posmodernidad?
A diario se puede ver situaciones en las cuales las
personas renuncian o negocian valores por buscar un beneficio o placeres de momento, un
ejemplo simple de esto se puede identificar en cualquier semáforo, es casi una
rutina ver personas que deciden ignorar la señal en rojo por afanes o porque no
está presente el agente de tránsito; este, es un ejemplo de muchas de las
acciones que determinan la convivencia en las sociedades. Son pequeños sucesos
que aparentemente no tienen importancia pero esos pequeños actos pueden cobrar
precios altos, incluso vidas humanas.
Es por esto que la ética debe estar entre nosotros y
no ser remplazada por filosofías vánales, ella debe reflexionar y a su vez, regular las acciones
del mundo laico; ya se ha dicho mucho acerca de la crisis de valores en la que
está sumido el mundo y es necesario rescatar aquellos valores que permiten una
convivencia armónica entre sociedades.
La ética debe transversalizar toda acción humana, sea la educación, el
mundo laboral, las relaciones interpersonales, entre otros; ésta, hace parte
del deber ciudadano que no puede dejarse de lado a la hora de asumir
responsabilidades sociales o de convivencia. En la actualidad, es necesario
rescatar los elementos éticos que fortalezcan el buen vivir y las buenas
costumbres, bien dice Ortega y Gasset: “Con la moral corregimos los errores de
nuestros instintos, y con el amor los errores de nuestra moral”. Está bien que
la ética siga con sus reflexiones acerca de la moral pero es más que necesario
que se fortalezca un sentido moral sano con el que se recuperen los valores
perdidos, valga la reflexión de Alexis
Carrel: “El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una
nación, toda la estructura social va
hacia el derrumbe”.
Escritor: Santiago Alzate
Hincapié